miércoles, 25 de marzo de 2009

Llegar a choto

Nacemos y somos totalmente permeables a todo. Y de ahí en más, la vida es un gran descarte. Descartamos lo que nos deja de gustar, o descartamos cosas cuando elegimos otras. Forjamos una personalidad a fuerza de prueba y error, y prueba y acierto. Esta carrera por conocerse, en algún momento llega a su punto ideal. Es el momento en el que 50% de las cosas nos gustan y 50% no. Si sólo supiéramos detenernos ¿pero cómo podemos suponer que el modus operandi que nos llevó con éxito a conocernos tanto, nos va a traicionar en la segunda mitad de nuestra vida -que por algo es la más penosa-? No podemos. Porque ya estamos, a velocidad de caída libre, transformándonos en viejos chotos.
El término viejo choto, al contrario de lo que mucha gente supondría, se usa para calificar más a los chotos que a los viejos per sé. "Viejo" estaría adjetivando el sustantivo "choto", y no al revés. Si bien esta interpretación es lingüísticamente conflictuosa, decir "choto viejo" resultaría aún más engorroso. Así y todo, la vejez es por razones meramente cronológicas una circunstancia que suele, sí, estar poblada de chotez.
Uno comienza a ser choto cuando empiezan a desagradarle más cosas de las que les gustan. Podemos reconocer frases de muchos viejos chotos (o alguno simplemente choto), y comprender mejor el fenómeno:

1- "Yo ya no estoy para eso": Es decir, alguna vez sí estuve para eso, pero ahora me gustan menos cosas de la vida, y pensar en eso hoy sólo me llena de disgusto y amargura.
2- "En mi época estas cosas no pasaban": En mi época también pasaban estas cosas, pero lo vivía con la naturalidad y la alegría de ser el protagonista de, por ejemplo, esa tocada de teta, y ya no serlo me produce una nostalgia venenosa.
3- "Cuando vos fuiste, yo fui, vine, fui, vine": Yo voy y vengo por el mismo camino una y otra vez, mientras vos estás transitando uno por primera vez, y mi miedo a que el tuyo desemboque en la felicidad, me motiva a desalentarte con pronósticos de repetición y tedio.
4- "La juventud está perdida": Es muy tarde para hacerme ese peinado excéntrico y eso me hace despotricar ira hacia otras generaciones.
5- "La verdad que es un pibe bárbaro": Quiero acuñar y apadrinar a un pobre niño confundido con la satisfacción de ser referente de alguien antes que la parca toque mi puerta.

Y así las cosas que nos gustan se van transformando en cosas que no nos gustan, achicando nuestro campo. Primero nos quejamos del mundo, después nos quejamos del país, después del barrio, después de la cuadra, después sólo confiamos en lo que hay adentro de nuestra casa, así que no salimos y escondemos la plata adentro de los almohadones del sillón, después dejamos de confiar en nuestra casa. Y después no confiamos en nada, e insultamos a la cuadra, al barrio, al país, y al mundo. Finalmente, como buenos chotos, empezamos a desconfiar de nosotros mismos. El 100% de las cosas dejaron de gustarnos. Algunos, errados, lo llaman morir de viejo.

miércoles, 4 de marzo de 2009

2 años después

Alguna vez tenemos que volver a descartar la probabilidad de granizo.