lunes, 26 de julio de 2010

La última orden del General Ricardo Ramón Raúl Urquiza Artigas de las Carreras

Él, había dado la orden de que en ningún momento su dolor sea asistido por medicamentos que afecten su juicio y lucidez. Rodeado por sus subordinados, que siempre lo admiraron como a un padre, el General dio su última orden.

Si bien siempre siguió a rajatabla las tradiciones, costubres y leyes del ejército, lo hacía distinto su capacidad para idear estrategias de guerra originales.

Tenía, se decía, el libro “El pensamiento lateral” de Edward de Bono en su biblioteca, entre los clásicos “Guía para tratar con civiles insurrectos” y “Bayoneta: como el las buenas épocas”.

El círculo de militares espectantes alrededor de la cama, se dispuso a escuchar lo que sería, seguramente, la última de sus ocurrencias que tantas batallas y guerras habían hecho ganar

- Quiero que las tropas –tosió.- Quiero que las tropas lleven en batalla una mochila de choclos. Así pues, podrán comerlo, luego digerirlo, luego eliminarlo, y una vez hecho, podrás volver a sacar los granos intactos de las heces y volver a guardarlos para seguir alimentándose así, indefinidamente, hasta ganar la guerra. No necesitaremos comida para las tropas, y tendremos la victoria…

La idea fue interrumpida por una almohada en la cara de parte de uno de sus coroneles. Nadie lo detuvo. Todos se miraron, aprobando la moción.

Al día siguiente, el General fue enterrado, con todos los honores dignos de un militar con una intachable trayectoria.

lunes, 19 de julio de 2010

No sólo es cierto

Hoy: Sting y las 8 al hilo

No sólo es cierto que Sting tuvo sesiones de sexo tántrico durante 8 horas con su mujer Trudie, sino que el siguiente es un extracto de una charla que tuvo lugar durante ese coito, a 5 horas y 42 minutos de haber empezado.

-Comería algo- comenta Trudie mientras sus rodillas alcanzan atléticamente su cabeza.

Sting, sin soltar el el talón izquierdo de Trudie, manotea el cajón de la mesa de luz, y le deja a mano a su mujer una barrita de cereal. Ella, enojada, la toma y la lanza contra un disco de platino.

- ¿Qué hacés loca de mierda?- dice Sting en falsete. Trudie se cubre la cara con ambas manos, que a su vez también abrazan sus piernas. Sting la mira. Parece un pretzel, piensa. Ella solloza un poco y finalmente habla.

- No quiero otra barrita. Estoy cansada.

- ¿Querés volver al la jineta invertida?

- ¡No! No quiero cambiar pose, quiero hacer otra cosa.

- Falta menos, tratá de relajar. Parar ahora es una boludez.

Trudie se serenó. Finalmente sí volvieron al jinete invertido, para levantar un poco. Pasaron 8 minutos hasta que Trudie volvió a hablar.

- Ah, me olvidé de avisarte. Ayer dejó un mensaje Rod Steward, viste que la hija está sacando una línea de ropa y va a hacer un...

- Ah, bárbaro eh- interrumpe malhumorado - cambiamos a una pose en la que no me ves la cara y te acordás de Rod. Felicitaciones, la esposa del año.

- ¿Sabés qué? Sí, la mujer del año soy. Ni una groupie te acepta hacer esto durante 8 horas para... no sé para qué... para que te pongan un destacado en "Ser Tantra Hoy". Lo único que falta es que tenga que estar en una especie de trance de placer. Tengo otras cosas en la cabeza querido.

- Se me está gomoseando con tantas pelotudeces.

- "Gomoseando". ¿Con esa boca cantás every breath you take?

Sting, tratando de ignorarla, hace movimiento brusco en el que la pone boca abajo y se lanza encima. Toma una pastilla azul de su mesita y se la lleva a la boca, intentando que no Trudie no se dé cuenta.

- Te ví- avisa ella.

- Y bueno, no paso el antidopping. Qué carajo me impor...- Sting se atraganta con la pastilla y empieza a tener tos y arcadas. Tracie, asustada, trata de asistirlo, pero como eso implicaría terminar el acto, Sting la toma fuerte de las caderas, inmovilizándola. Hay pataleos de ambos, y gritos de ella hasta que finalmente, Sting se autogolpea la espalda y la pastilla semidisuelta le sale por la nariz, pegándosele el la espalda a Tracie.

- Ya está, ya está... - dice agitado el autor de Fields of Gold, mientras reanuda los movimientos pélvicos. Tracie, en un ataque de nervios lo insulta durante un rato. Finalmente, agobiada y con la mitad de la cara hundida en la almohada pregunta.

- ¿Qué tengo en la espalda?

- Un cacho del viagra que me salió por la nariz- contestó Sting con su acento tan british.

- Sos un asco.

La pareja continuó teniendo sexo por otras 2 horas. No hablaron mucho, salvo por algún "ahí no", "aia" o "me estás tirando el pelo". Luego, finalmente se fueron a dormir. Tracie en la casa, y Sting en un sillón de su estudio. Pensó en masturbarse, pero al final no.