martes, 4 de mayo de 2010

La dé mediúscula


Buenos Aires, 19 de octubre de 2009

Señores Real Academia Española,

Ante nada, me gustaría expresar mi más sincera admiración hacia ustedes, las personas que finalmente lo hicieron: se sentaron a escribir todas las palabras que existen. Bravo. Eso, toma coraje. Tengo que admitir que no he leído todo el diccionario, sino que lo he hecho de a partes y otras me las contaron, experiencia que no recomiendo y suele ser más bien distorsionada. Por ejemplo, leí en un lugar la palabra "eclíptica" y consulté acerca de su significado a un amigo, quien me contestó "Es lo de la luna, algo de cómo la ves, una mierda así", cuando el significado que ustedes brindan es "Círculo formado por la intersección del plano de la órbita terrestre con la esfera celeste , y que aparentemente recorre el Sol durante el año". Sí, quizás las definiciones en el fondo conservan el mismo concepto, pero uno como lector, aprecia el esfuerzo de ponerlo en palabras elocuentes, inclusive hasta cuando son tan elocuentes que tengo que volver a buscar otra palabra en el diccionario para entender la definición.
Pero no sólo para felicitarlos les escribo hoy. Escribo para hacerles una vehemente sugerencia. Soy, como estoy seguro que también ustedes, un ávido lector. He llegado a leer hasta 3 libros en un fin de semana largo que fuí a Cariló y cayeron soretes de punta.
Me he topado más veces de las que me gustaría comentarles, con una incomodidad que me ha alejado de las historias en las que tan compenetrado me encontraba. Estoy hablando de Dios. Es decir, la palabra dios. Resulta que los distintos autores escriben "Dios" con mayúscula o "dios" con minúscula por propias creencias personales que nada hacen a la historia. ¿Qué derecho hay de que yo esté viviendo una historia épica, de los trajines de un desequilibrado y de pronto, de la nada, tenga que comentar para mí mismo "ah, el autor es agnóstico". O estar leyendo una novela de Kundera, encontrar escrito "Dios" y pensar "Este que se hace el comunista, al final muy Dios y Patria, medio facho". De ninguna manera. Es una falta de respeto a la historia. Es como cuando Adrián Suar en sus tiras hace que los protagonistas aparezcan con bolsas de un famoso supermercado, comentando los precios accesibles y la calidad del servicio. Está bien, la historia es una falta de respeto en sí. Touché. Mal ejemplo. En fin. No quiero saber cosas de los autores, quiero entregarme a la historia, y si alguna opinión personal está expresada, que sea de la manera sugestiva y sutil, que tan bien manejan los autores que leo, y no por una chavacana elección de una letra. Y esto es porque no tienen opción. O minúscula o mayúscula. Y ninguno puede traicionar sus creencias, así que simplemente eligen.
Mi propuesta es crear, para este caso particular una nueva clasificación. La dé mediúscula. Fácil: se promedia el tamaño entre una mayúscula y una minúscula y voilá. El poder de la sugestión hará que el no creyente asocie este tipograma a uno minúsculo, y el creyente, en su mente verá la mayúscula que tanto necesita. El resto, simplemente podremos leer sin interrupciones.
Esto, además de una campaña para su implementación, seguramente lleve esfuerzos tecnológicos de parte de fabricantes de teclados y sistemas operativos. Para eso, tengo hecho un powerpoint que llevaré la semana entrante a Microsoft, con la esperanza de una reunión con Bill Gates para explicarle lo lucrativo que puede llegar a resultar esto para su empresa. Pero eso es parte de una segunda etapa. Primero, necesito contar con su aval.
Si bien esta propuesta es para que todos los países de habla hispana disfruten de una mejor experiencia de lectura, yo particularmente estaré eternamente endeudado con ustedes.

Mis más cordiales respetos,

Felipe Sofandi


1 comentario:

  1. Brillante Don Felipe.
    Yo diría que se trata de un artículo mayúsculo.

    Mis respetos.

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