En el improbable caso de que alguna vez alguno de ustedes se descubra manejando en una ruta entre todos los autos del Dakar Argentina-Chile, note lo siguiente: en todo momento, la gente que se aglomera de a miles al costado de la ruta levanta los brazos, flamea banderas argentinas, grita, saluda y saca fotos. Pero al pasar un auto regular que ningún festejo ni sponsor merece, todos hacen el esfuerzo de bajar sus brazos, dejar de ulular y ponerse en actitud de peatón disgustado por el calor de la ruta por un segundo, hasta que pasa el próximo Dakar, y la fiesta sigue.
Sin descuidar el volante, fíjese cómo su pasar crea el equivalente inverso de la ola que hace una tribuna en la cancha.
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